
Equipo de voluntarios y voluntarias de ONG Moviendo en la Escuela del Movimiento 2025
El voluntariado no solo transforma comunidades, sino que también enriquece profundamente la vida de quienes participan. Numerosos estudios y experiencias demuestran que involucrarse en actividades voluntarias fortalece las habilidades emocionales, mejora la salud mental y promueve el desarrollo integral.
En Chile, el crecimiento de organizaciones de la sociedad civil en áreas sociales, medioambientales, culturales y políticas ha sido notable. Estas organizaciones, muchas veces sostenidas por el trabajo de voluntarios, en su mayoría jóvenes, se han convertido en actores clave en el debate público. Son capaces de instalar nuevos temas en la agenda, proponer metodologías innovadoras y actuar como puente entre el Estado y la ciudadanía. Según Voluntarios ONU, el voluntariado refuerza el compromiso cívico, promueve la inclusión social y solidifica el sentido de pertenencia a una comunidad, contribuyendo directamente al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Transformación personal a través del voluntariado
“Definitivamente el voluntariado ha impactado en mi vida”, dice Paula Soto, estudiante de derecho en la Universidad de Valparaíso y voluntaria en la ONG Moviendo desde 2017. “Yo siempre he dicho que he crecido con la ONG, llegué aquí a mis 15 años. Ha impactado mucho mi personalidad, en cómo me desenvuelvo con otros, en generar cierto liderazgo, en toda área de mi vida. Esto es muy nutritivo siempre, uno aprende mucho con quienes trabaja codo a codo. Está lleno de aprendizaje, así que impacta fuertemente en la persona que soy hoy”.
Además de fomentar habilidades sociales y liderazgo, el voluntariado puede ser una herramienta poderosa para el bienestar emocional. Investigaciones en España y Latinoamérica como la del artículo “Voluntariado y satisfacción vital” (2005) de la Universidad Complutense de Madrid, destaca una relación directa entre la frecuencia de las actividades voluntarias y el aumento en la satisfacción vital, así como la disminución de síntomas depresivos. En Chile, por ejemplo, el estudio “Bienestar psicológico: adultos mayores activos a través del voluntariado” (2014) de la Universidad de Concepción concluye que los adultos mayores participantes del programa «Asesores Seniors» del Servicio Nacional del Adulto Mayor de la Región del Bío Bío, presentaron un mayor nivel de bienestar psicológico en comparación con aquellos que no realizaban voluntariado.
La doctora en Psicología, Pilar Escotorin Soza, especialista en prosocialidad, confirma estos beneficios: “Está súper estudiado, está bastante documentado en la literatura científica, que todas las acciones de autotrascendencia generan sentido de vida (…) cuando aprendemos a autotrascender, mejora el estado de ánimo, pero también mejora el sentido de vida, mejora el optimismo, incluso se reducen las adicciones”.Plantea que incluso el voluntariado “es un dispositivo de salud mental en una sociedad”.
El voluntariado y la prosocialidad: hacia la construcción de comunidades sostenibles
El impacto del voluntariado realizado de forma pertinente y ética trasciende a los individuos, generando beneficios significativos para la sociedad en su conjunto. El voluntariado puede fomentar la colaboración y la solidaridad entre personas de diferentes edades, culturas y niveles socioeconómicos, creando comunidades más cohesionadas y resilientes. Los espacios de voluntariado son oportunidades para integrar a grupos vulnerados y fomentar un entorno de respeto y equidad.
Junto con esto, los proyectos de voluntariado pueden fortalecer el compromiso cívico, motivando a más personas a involucrarse activamente en la toma de decisiones y en el desarrollo de sus comunidades.
No obstante, la calidad prosocial y el ejercicio ético del voluntariado son fundamentales para lograr impactos positivos: “Los comportamientos prosociales son los contrarios de los antisociales. Un poco para tener una idea: los antisociales son los que dañan al otro, a propósito, digamos. Y, en cambio, los prosociales son los que benefician al otro. Un problema es que, a veces, querer ayudar no significa que tú puedas ayudar. Uno puede ?meter la pata’ con muy buena intención, incluso con una persona a la que uno quiere” explica la especialista Pilar Escotorin.
A ser prosocial se aprende, en este sentido, las experiencias de voluntariado pueden favorecer que las personas desarrollen este tipo de comportamientos, pues se ejercita la empatía y el encuentro con lo diverso, entre otras cosas. La profesora Escotorin ejemplifica: “En una ONG donde se encuentran personas diversas. La diversidad bien llevada aumenta los comportamientos prosociales ¿Por qué? Porque cuando tú tienes en un grupo a alguien que representa algo totalmente distinto de lo que tú eres y de lo que tú conociste desde niño, a la hora de hablar en contra de un grupo que es distinto de ti, tú piensas en esa persona. Es que yo conozco a alguien. Entonces, esa persona te representa eso”.
El voluntariado no solo transforma realidades sociales, sino que también construye comunidades más justas, solidarias y felices, fortaleciéndonos como individuos y sociedad. “En el fondo, el voluntariado genera muchos beneficios porque mueve emociones positivas y puede generar sociedades más diversas. O sea, el aumentar los comportamientos prosociales aumenta la felicidad percibida, pero también reduce la violencia”, agrega la académica.