¿Cuántas personas en Chile solo pueden ver a sus familias un par de veces al año, en Navidad y Año Nuevo? ¿Cuántos trabajadores del comercio deben resignarse a que sus horarios no coincidan con los de sus seres queridos, perdiendo la posibilidad de compartir una mesa o un momento de descanso juntos?
Los feriados irrenunciables existen precisamente para eso: para que, al menos unas pocas veces en el año, el descanso y el encuentro sean una realidad para todos. Son una oportunidad de hacer una pausa colectiva, de recordar que la vida es mucho más que trabajar. Son días en que el país entero puede decir: “hoy es un día especial”.
Sin embargo, hay quienes, en nombre de la llamada “libertad de trabajo”, proponen eliminarlos. Pero ¿qué tipo de libertad es aquella que reduce las oportunidades de descanso, de reunión familiar y de bienestar? Menos familias juntas, menos niños disfrutando con sus padres, menos personas sintiendo que la vida es algo más que una sucesión de jornadas laborales interminables.
Los feriados irrenunciables son una garantía de que quienes trabajan cuando los demás descansamos también puedan, al menos en algunas ocasiones, sumarse a ese disfrute.
Me pregunto si quienes proponen eliminarlos estarían dispuestos a perder su cena de Navidad por tener que trabajar hasta tarde. Y si lo hicieran, ¿qué sentido tendría alcanzar un alto estatus profesional o empresarial si ni siquiera eso les permite ser dueños de su tiempo por un día? El trabajo es un medio para mejorar la vida de las personas, no para empeorarla. Y el bienestar también es tener días de descanso y ocio.
El descanso no es un lujo ni un derroche. Es una necesidad biológica y psicológica. No descasamos porque lo merecemos, descansamos porque lo necesitamos. No en vano dormimos, no en vano el tiempo libre es un indicador clave de desarrollo humano. Las sociedades con mejor bienestar han comprendido que un buen equilibrio entre trabajo y vida es esencial para la felicidad y la productividad.
Y sí, todos sabemos que tenemos que trabajar para vivir. Las cuentas a fin de mes no nos permiten olvidarlo. Pero eliminar los feriados irrenunciables es dar la espalda a nuestro derecho a vivir mejor.
El bienestar no es un privilegio: es un desafío al que no podemos renunciar.
Por María Paz Gálvez Pereira
Co-Fundadora y Co-Directora ONG Moviendo