“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.” Decía el argentino Jorge Luis Borges en su poema Cambridge, del libro “Elogio de la sombra” en el año 1969. Por lo que para comenzar a escribir y entender la situación es bueno realizar un poco de memoria.

Corre el año 2015 en la ciudad de Viña del Mar, el mes de enero para ser más específico en esta historia. Casi como un cuento de Cortázar en el que las coincidencias no existen, se lleva a cabo una reunión entre los dirigentes del Campamento Felipe Camiroaga y la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar (SECPLA) en medio del verano en la ciudad más turística del país, en donde llegan visitantes de todos lados a presenciar la “ciudad jardín” y su borde costero, sus playas, y sus atractivos. Mientras en los cerros, que conforman el sustento laboral de la ciudad, la mano de obra barata que moviliza la comuna, las cosas van de mal en peor: de acuerdo a números oficiales del MINVU la cantidad de familias que viven en situación de campamento en la región son 7.591, que se distribuyen en un total de 146 campamentos, en donde tres de ellos (los más emblemáticos debido a su cantidad de población) se ubican en los cerros de Viña del Mar. Números más, números menos; la situación es dramática si consideramos su aumento considerable en el ultimo tiempo.

Pero, ¿qué piden estas personas que salen de su cruda realidad y se aparecen “de la nada” hasta las mismísimas puerta de la Municipalidad, incluso interrumpiendo el ya famoso “piscinazo de la reina del Festival” que parece molestar tanto a la alcaldía? Simple: Que se solucione la problemática en la que se encuentra el sector en cuanto a la dotación de electricidad y agua potable en pleno siglo XXI. Una locura, si consideramos además que los habitantes del campamento se comprometieron con CONAFE a pagar el servicio que se les entregaría.

El 16 de abril de 2015 la Municipalidad de Viña del Mar, a través de su Jefe de Gabinete Jurídico Carlos Torres Kameid, quien hoy aparece en la prensa como un ente no válido debido a su contrato como honorario, entrega una carta la que establece, dentro de otros, que la Municipalidad entregará transformadores eléctricos para ser instalados en los terrenos de su propiedad; que autorizan a los Comités de Vivienda a instalar los tableros eléctricos necesarios; que a partir de esta fecha (16 de abril de 2015) toda instalación municipal tiene 45 días (sin ser un gran matemático se puede deducir que pasaron más de los días presupuestados); y por último que la Municipalidad de Viña del Mar y los Comités de Vivienda se reunirán cada 10 días para ver el estado de avance. Hasta aquí todo bien considerando incluso que se reconocieron tres bienes de uso público para que CONAFE pueda operar como consta en Ordinario 245/15 del Consejo Municipal. La subvención municipal es acordada con fecha 11 de junio del 2015, según Ordinario 245/15 y de acuerdo a ley 18.695 de 1988 destinada a “Mejoramiento de sistema eléctrico (Monitoreo de proyecto, puesta en Marcha, medidor central y calibración de tablero de conexión y de seguridad, planos y documentos, Honorarios profesionales y certificación SEC).

Pero sigamos con las fechas y la memoria, corre el año 2016, febrero para seguir siendo exactos. Ha pasado un año de todo lo anterior descrito y no se ve avance a pesar de haber llegado a buen puerto en la mayoría de los acuerdos. Algo pasa. Los dirigentes solicitan una reunión con el municipio y CONAFE además de una mesa de trabajo con el Intendente Regional Gabriel Aldoney. Con día 16 de marzo de ese año y en una visita al campamento se establece que “existen altos índices de vulnerabilidad y que las luminarias son un comienzo para generar las condiciones mínimas para un adecuado desarrollo de las personas que lo habitan” y que “En virtud a lo señalado, es que este Intendente viene en solicitar sean presentado a la brevedad el o los proyectos de electrificación, según corresponda, de manera de poder brindar el apoyo necesario para su pronta implementación”, como consta en el oficio 542 de la Intendencia Regional.

Si todo parecía ir tan bien, si existen las voluntades y los acuerdos legales, bien vale preguntarse ¿Por qué aún no hay una solución después de años de lucha? ¿En qué situación se encuentra el campamento? ¿Qué hay detrás de todo esto?

Actualmente, el campamento sigue sin acceso a un sistema eléctrico, ni hablar de acceso a agua potable. Evidentemente hay una falta de palabra de la IMVM, ya que CONAFE asegura que “…es necesario previamente que el interesado de cumplimiento a lo establecido en el artículo 113 del Reglamento General de Servicios Eléctricos, esto es, acompañar copia legalizada de los títulos de dominios sobre el inmueble o instalación o, en su caso, la respuesta autorizada notarial para tales fines otorgada por quien aparezca como dueño del inmueble”, a lo que la Municipalidad responde en el memorándum 034 del Director de Departamento de Infraestructura de Utilidad Pública “… lo que no tiene relación o vínculo con la Municipalidad, al estar estos vecinos instalados en terrenos particulares deberían obtener una autorización como se indica”

La pelota va de un lado a otro, como se dice vulgarmente, se desconoce el avance de los trabajos, de las reuniones, en donde no participan los dirigentes en su totalidad; reuniones que probablemente no se lleven a cabo, porque no es un tema importante para la Municipalidad y el Estado.

Más allá del complejo escenario que se vive y que recordemos nuevamente, se visibilizó solamente porque las personas del campamento llegaron al centro de la ciudad, en donde la prensa nacional e internacional estaba reunida por el Festival de la Canción de la ciudad jardín. El problema es mayor, no hay políticas públicas, el estado no tiene incidencia en la toma de decisiones sobre eventos privados, privados que en Chile tienen más derechos que deberes (más que los mismos ciudadanos incluso), “la mano invisible” del neoliberalismo ha hecho su trabajo, en el país más neoliberal del mundo, el paraíso como lo afirmaron Tatcher y el mismísimo José Piñera.

El sistema político económico que nos domina e impera en el país produce esto: la invisibilidad de los más pobres, de los que viven como pueden, comen lo que tiene y (sobre)viven diariamente. Y que Galeano definió como los “Nadies”: “…los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los ninguneados (…) que no son, aunque sean, que no tienen nombre, sino número (…) que no figuran en la historia universal, si no en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.

Bibliografía

  • http://www.vinadelmarchile.cl/seccion/158/informacion-poblacional.html
  • http://www.minvu.cl/opensite_det_20110527171104.aspx
  • http://www.eldesconcierto.cl/2017/02/25/manifestaciones-vecinos-del-campamento-felipe-camiroaga-logran-suspender-piscinazo-la-reina-del-festival/
  • http://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/izquierdas/article/viewFile/1963/1830

Por Sebastián Lepe
ONG Moviendo